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Instrucciones para el silencio de 'Star Wars'
En enero de 1896, los Lumière programaron una peliculita pionera en un café parisino: 'La llegada de un tren a la estación de La Ciotat'. Cuando el ferrocarril avanzó hacia la pantalla, cada vez más grande, muchos espectadores angustiados echaron a correr por si entraba en la sala y los atropellaba.
Rían, pero algo parecido ha sucedido esta Navidad. En uno de los momentos más emocionantes de 'Star Wars: Los últimos Jedi', la vicealmirante Holdo toma una decisión que implica al crucero principal de las fuerzas rebeldes y a Supremacía, sede de la Primera Orden. En ese momento, el sonido se esfuma. Después de cierta polémica, algunas salas de cine se han visto obligadas a avisar en la entrada: "Una secuencia, aproximadamente a la hora y 52 minutos, en la que la película se queda sin sonido durante unos diez segundos. Mientras las imágenes continúan en la pantalla no escucharás nada. Esto es una elección intencionada fruto de un efecto creativo pensado por el director". Parte del público, acostumbrado a una realidad de bips digitales y tertulias políticas televisivas, no entendía ese paréntesis sonoro y necesitaba esa explicación Pocoyó.
Escribió Francisco Casavella: "Sin la pausa orquestal de los JB’s de James Brown en el 'It’s a man’s man’s world', nunca hubiera entendido cierto punto y coma de Stendhal en 'Rojo y Negro', cuando ese punto y coma supone una noche de amor". Y Jennifer Egan habla en su novela 'El tiempo es un canalla' de la importancia de los silencios en canciones como 'Bernadette' de los Four Tops o 'Faith' de George Michael.
Un amigo me contó hace tiempo la reacción de una señora de una aldea cuando vio por primera vez una película en su primer televisor. Era 'El Padrino' y en la escena de la boda, la señora decía: "Mira qué bueno es ese señor [se refería al capo Corleone], cuántos regalos y todo el mundo le pide consejo". Entonces, en una pausa publicitaria, apareció en pantalla un anuncio de detergentes y dijo: "Mira, ¡ya les han regalado la lavadora!". Tras este año de ruido, todos podemos ser esa señora: nadie puede escribir un chiste irónico sin apostillarlo con un emoticono, confundimos realidad y ficción, no toleramos el silencio lúcido.