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Jordi Grau, cineasta responsable de buena parte del “Spanish Horror” que supuso un revulsivo para la industria en los 60 y 70, ha fallecido a los 88 años según ha confirmado su hijo, el realizador Carlos Grau.

Nacido en Barcelona el 27 de octubre de 1930, Jorge Grau Solà comenzó a moverse entre cámaras cerca de gigantes. Tras rodar algunas tomas de ‘Los jueves, milagro’ para Luis García Berlanga, ayudar a José Luis Sáenz de Heredia con ‘Diez fusiles esperan’ o servir como ayudante de dirección a Sergio Leone en ‘El Coloso de Rodas’, realizó multitud de cortos documentales que le servirían como tablas más adelante.

En 1963 se estrena en el largo de ficción ganando una Mención Especial en el Festival Mar del Plata por el drama ‘Noche de verano’, película a la que seguirán otros títulos que, poco a poco, iban mostrando su interés por un cine más fantástico, experimental y, finalmente, terrorífico.

‘Acteón’ (1967), ‘Chicas de club’ (1970) o ‘Pena de muerte’ (1973) preparan el camino para la celebrada ‘Ceremonia sangrienta’ (1973), clásico del terror patrio con Lucía Bosé y Espartaco Santoni en una historia sobre una marquesa que necesita la sangre de las jóvenes de aldeas cercanas para mantenerse joven.

Un año después, en 1974, Grau dirige la co producción hispano italiana ‘No profanar el sueño de los muertos’, título que podría haber desaparecido entre las decenas de exploits mediterráneos de ‘La noche de los muertos vivientes’ (George A. Romero, 1968) pero que gracias en gran parte a la pericia del director barcelonés, supo encontrar su hueco como título imprescindible del imaginario zombie.


Tras causar sensación en Sitges con su historia de no muertos, que se llevó además el galardón a mejores efectos visuales, mejor actriz para Cristina Galbó, Grau se hizo con la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor director.

Por otro lado, en 1975 volvió a hacer historia al dirigir a María José Cantudo en ‘La trastienda’, título en la que la actriz rompía años de pudor cinematográfico patrio para dar paso a una época más descocada.

Tras servir como cámara fija en ‘Navajeros’ (Eloy de la Iglesia, 1980), Grau probó suerte en el Cine Quinqui con su interesantísima ‘Coto de caza’ (1983), un duro thriller de barrio en el que Assumpta Serna se defiende de los males de la sociedad como puede.

En 1994 estrenó su último trabajo tras las cámaras, la comedia ‘Tiempos mejores’, pero años después pudimos seguir disfrutando de su sabiduría en documentales imprescindibles para curiosos de nuestro cine más oscuro en ‘El hombre que vio llorar a Frankenstein’ (Ángel Agudo, 2010) o ‘¡Zarpazos! Un viaje por el Spanish Horror’ (Víctor Matellano, 2013).

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