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Kirk Douglas, la leyenda del Hollywood de la edad de oro, ha fallecido a los 103 años de edad, en su casa de Beverly Hills, en Los Ángeles. Su hijo, el también actor, Michael Douglas ha sido el encargado de hacer pública la triste noticia, con un emotivo mensaje a través de su cuenta personal de Instagram. "Con tremenda tristeza, mis hermanos y yo anunciamos que Kirk Douglas nos dejó hoy a la edad de 103 años". Así comienza el texto en el que se refiere al inolvidable Douglas como "una leyenda" para el mundo, pero simplemente como "papá" para él y sus hermanos Joel y Peter.

Douglas llegaba a este mundo el 9 de diciembre de 1916, en el estado norteamericano de Amsterdam, como Issur Danielovitch. Nacido en el seno de una familia de inmigrantes judíos, procedentes de Rusia, dedicados al campo, Douglas tuvo que iniciarse en el mercado laboral cuando sólo era un niño. Un niño, al que siempre le llamó la atención el mundo de la interpretación. Pese a tener que compaginar sus estudios con el trabajo, Douglas fue muy buen estudiante y un excelente deportista. La futura estrella haría trabajos como jardinero, botones, y más tarde a la lucha libre profesional durante unos años para poder pagar sus estudios en la universidad de St. Lawrence University, donde se graduó en Bachelor of Arts.

Pronto serían descubiertas sus dotes interpretativas y conseguiría una beca para ingresar en la Academia Americana de Arte Dramático. En 1941, con solo 25 años debutaba como estrella en Broadway, en la obra 'Spring Again'. Pero el comienzo de la Segunda Guerra Mundial le obligaría a dejar a un lado su sueño de convertirse en actor para unirse a la Marina de Estados Unidos. Después de varios años retirado, como consecuencia de los daños sufridos en la contienda, en 1946, su compañera de clase en la escuela de interpretación, la mítica Lauren Bacall, consiguió convencer al productor de cine Hal B. Wallis para que hiciera una prueba a Douglas para El extraño amor de Martha Ivers. Wallis quedó fascinado con el actor, y gracias a ello conseguiría su primer papel en la gran pantalla.

Un año más tarde, Kirk Douglas se uniría al reparto de Al volver a la vida (1947), encabezado por el legendario Burt Lancaster, junto al que más tarde protagonizaría Duelo de titanes (1957), Siete días de mayo (1964) y ya en los años 80, Otra ciudad, otra ley (1986). Sin duda, la película que le catapultó a la fama fue El ídolo de barro (1949), por la que recibió su primera nominación al Oscar. En 1952, Kirk Douglas recibía su segunda candidatura al Oscar a Mejor Actor por Cautivos del mal, y en 1957, la tercera por su papel como Vincent Van Gogh en El loco del pelo rojo.

Douglas se había convertido en todo un icono del Hollywood dorado, y los realizadores más prestigiosos del momento no quisieron perder la oportunidad de ficharle para sus películas. Así pues, Kirk Douglas trabajó con Billy Wilder en El gran carnaval (1951); con William Wyler en Brigada 21 (1951), y con Howard Hawks en Río de sangre (1952).

"Yo soy Espartaco"

A mediados de los 50, se puso a las órdenes de Stanley Kubrick para protagonizar uno de sus míticos largometrajes, el drama bélico Senderos de gloria (1957). El dúo volvería a trabajar codo con codo tres años después en Espartaco (1960), donde Douglas interpretó al famoso esclavo de la Antigua Grecia, que da nombre al filme, y donde convertiría en un hito su grito: "Yo soy Espartaco".

Las décadas posteriores no serían igual de prolíficas en su carrera. Pese a ello, trabajaría a las órdenes de grandes cineastas como Joseph L. Mankiewicz en El día de los tramposos (1970) y Brian De Palma en La furia (1978), y protagonizaría, junto a Arnold Schwarzenegger en Cactus Jack (1979). Los 70 también llevaron a Douglas a ponerse detrás de las cámaras para dirigir Pata de palo (1973) y Los justicieros del Oeste (1975).

El actor norteamericano también hizo sus pinitos en la pequeña pantalla, y en 1973 protagonizó el musical de la BBC, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, en el que daba vida al famoso personaje creado por Robert Louis Stevenson. En 1976, participó, junto a Christopher Plummer, en la miniserie emitida en NBC Traficantes de dinero. Además, hizo cameos en series tan populares como Los Simpson (1996) y Tocados por un ángel (2000).

A finales de los años 80 y comienzos de los 90, el actor empezó a dejar a un lado, paulatinamente, su carrera como actor para centrarse en su faceta como escritor y en labores sociales. En 1988, publicó su primer libro bajo el título El hijo del trapero: Autobiografía, en el que contaba en primera persona cómo pasó de vivir en una familia humilde y con escasos recursos a soñar con convertirse en actor. Dos años más tarde, en 1990, vio la luz su segundo trabajo literario, Dance with the Devil, una novela protagonizada por un actor de mediana edad llamado Danny Dennison. Sin duda, Kirk Douglas estaba dispuesto a mostrar cómo habían sido algunos de los pasajes más importantes de su vida y lo hizo a través de los libros:  Climbing the Mountain: My Search for Meaning (1997); Let's Face It: 90 Years of Living, Loving, and Learning (2007); Yo soy Espartaco: Rodar una película, acabar con las listas negras (2012); Life Could Be Verse (2014), y Kirk and Anne: Letters of Love, Laughter, and a Lifetime in Hollywood (2017).

Kirk Douglas también estaba muy comprometido con las labores sociales, especialmente con la ayuda a la investigación del Alzheimer. Junto a su mujer Anne, de 100 años de edad, contribuyó en la construcción del Kirk Douglas Care Pavilion at the Motion Picture & Television Fund para pacientes con Alzheimer. Además, participaron, con cuantiosas donaciones, en la creación del Anne Douglas Center for Women en Los Ángeles; el Templo Sinai en Westwood, así como en las becas para la fundación Douglas alma mater de la Universidad de St. Lawrence.

En 1996, La Academia de Hollywood quiso reconocer su labor en el mundo del cine y en homenaje a sus 50 años de carrera le hizo entrega del Oscar Honorífico, en 1996. Hasta siempre, Kirk.

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